No fue un crimen pasional — Parte III

Agos Baldacci
3 min readApr 15, 2020

La empalaron y estrangularon hasta hacerla cagar encima del tapizado del corsa rojo, luego la subieron a una canoa y a unos metros, muy lejos de la orilla, entre cerro y cerro, ahí donde la Luna se esconde y no ilumina ni los pastizales, la arrojaron al agua.

Majo fue tirada al agua envuelta en sogas y bloques de hormigón. El bote volvería a la orilla y en las aguas quedaría una mujer que por ser muy puta y muy drogadicta, se le asignó un destino.

Fue hallada meses después, deformada por las cicatrices de su muerte y expuesta al instante con el título más amarillista de los diarios nacionales y provinciales.

Día después había llegado a mi casa un sobre que había pedido en ese entonces a la departamental de criminológica de la provincia. En ese tiempo yo me estaba haciendo los contactos y comunicándome con la esposa de Alberto para que el abogado me permitiera hacer una última audiencia en el penal y recibiera en mis manos los expedientes de la defensa.

Entre esas hojas estaba el nombre de la cana que había estado a cargo del operativo para arrestarlo a la salida de su trabajo unos días más tarde de cuando había sido encontrado el cuerpo de Majo.

Lo busque por Facebook y pedí su dirección en los datos de unos colegas con los que alguna vez había prometido meterme a la cama y accedía a los datos del registro civil nacional. Me fui a golpearle la puerta luego de bajar del auto de mi viejo, que este ingenuamente me dejaba sin saber la verdadera historia.

Cuando intenté abrir el sobre ni la tapa pude quitarle. Me cagué de miedo. Las manos se me inmovilizaron y tenía los dedos demasiados fríos para encarar el tema. Era tanta la presión que cuando agarré el vaso para servirme agua de la canilla, me corté toda la muñeca.

Respiré profundo, me vendé la mano con una reguilla y traté de abrir nuevamente el sobre. No alcancé a ver la primera imagen que al instante la quitaría con total brutalidad de mis manos. Impactada por su cara, su cuerpo hinchado y su deformidad absoluta parecía ver el mas repugnante de los escenarios.

A Majo no le vi la cara.

La conté en numerosos diálogos y no pude describirle jamás la cara. Majo había sido fotografiada en el boliche de Embalse y expuesta en los diarios de la zona con su falda corta, siempre de espalda. Nunca pude dar con su cara. Cuando estuve cerca solo arrojé a la lomada de la mierda, ahí donde esta el ultimo rincón de la puerta las fotos de su cuerpo.

Me tomé unos ansiolíticos que tenía abandonados por ahí del dos mil diez y me prendí un faso. Me pegó re oscura la cosa, resulta que en pleno ataque de panico agarré fuerte el teléfono y llamé desesperada a una amiga de la Facultad.

Le relaté tal cual se me paseaban los viajes por encima mientras un Adios nonino de Piazzolla me soplaba libidinosamente el oído.

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Agos Baldacci

Comunicación social y social media. Acá escribo mis memorias sobre violaciones, femicidios, homicidios, sexo y amor. Quiero hacer de estas memorias un libro.